La partida como hasta ahora ha terminado. Mi idea es seguir con ella, pero de otra forma. Estas son las opciones para continuar con ella, como ya comenté a algunos.
- Ser cabezas de pala en la inminente Yihad.
- Ser chiquillos "queridos" de algún vampiro residente.
- Formar o formar parte de una manada nómada desplazada para la guerra.
- Formar parte de la manada que sustituirá a Los Bibliotecarios, para aquellos con inclinaciones menos bélicas.
Estas son las más obvias, pero siempre me podéis proponer alguna buena idea. Podéis juntaros y jugarla juntos, con otros que no la hayan jugado, o en solitario.
Cierro la página de tuenti, así que mandame las cosas al correo o utilizad el blog, que para eso está. Y gracias por permitirme recuperar Vampiro ;)
jueves, 15 de marzo de 2012
jueves, 1 de marzo de 2012
La Casa de las Mentiras: Epílogo
La sensación de inevitabilidad es abrumadora. Tras veinte minutos de espera parece obvio que Mercy no va a venir. Ni ella ni H responden al teléfono. Y el ambiente está muy tenso. Lo único que parece relajado es Vykos, impasible, como si ya hubiera vivido esto.
La Inquisidora no es la única ausencia. Al despertar de vuestro sueño diurno tampoco estaba Pierre. La palabra "traición" comienza a punzaros, y es difícil de ignorar. Lo veis en los ojos de todos vosotros cada vez que os miráis, con nerviosismo creciente.
Entonces, la confirmación. Al principio llega sin hacerse notar, pero pronto le hacen un pasillo. Su aspecto es algo más que descuidado: vaqueros rotos, deportivas destrozadas, una sudadera de los Bulls que ha visto mejores épocas, pelo largo y sucio que deja a la vista un tercer ojo en su frente. Sin miramientos, deja caer de sus hombros el cuerpo de Pierre, que queda en una postura extraña. Vuestro compañero no ha tenido un buen día. Las extremidades dobladas en ángulos imposibles, con los huesos a la vista. Los dedos convertidos en muñones, la mandíbula desencajada, los dientes mal regenerados una y otra vez. Sus ojos y orejas están medio fundidos, medio cosidos, para no volver a abrirse más. Os giráis hacia el Salubri en busca de explicaciones; Benezri y otros también. Pero él ni se inmuta, enfrenta vuestras miradas sin vacilar, sin remordimiento ni gozo, es la mirada del soldado, del que cumple su deber, nada más.
Después, la locura. Carolina Valez alza la voz sobre el murmullo que se ha generado, y comienza a soltarlo todo. Uno a uno, dice vuestros nombres. Vuestros nombres auténticos seguidos de vuestros crímenes hacia el Sabbat. Os acusa de llevar a cabo un complot contra los Cainitas de Montreal, de haceros pasar por Inquisidores, de acusar injustamente a vampiros leales y prácticamente de asesinar a Christanius. Y esgrime una carta manuscrita, afirma, por el Cardenal Strathcona, certificando la desaparición de Mercy y de los que han sido nombrados, así como la nota que pretendíais hacer llegar a la Inquisidora, que os incrimina aún más. La nota. Oh, Cielos, la nota.
Uno intenta explicarse. Otro afirma que es una conspiración. Otro se deja dominar por la Bestia y da el primer golpe. Otro se comporta como un animal asustado. Sin embargo, el resultado no cambia. La Espada de Caín desciende, y no es menos implacable con un enemigo interior que con uno exterior. Ahora sólo habla la Bestia. La escena se transforma con rapidez en un festín asesino, mientras alguien escucha sonar el móvil que os dio Mercy, antes de recibir la Muerte Definitiva.
- No nos han presentado. Somos 15:17, y yo su Ductus Ezekiel, dice el que va en cabeza. Los Camarilla no responden, sobran las presentaciones, sólo desperdiciarían un tiempo que no les sobra.
- Hemos venido a haceros una advertencia - continúa Ezekiel - No vayáis a la vista de Mercy. Las cosas se van a poner francamente calientes, y cuando acaben quizá Benezri no pueda seguir protegiéndoos. La Serpiente sonríe, casi se relame. Cree que es el primero en amenazarlos así.
- ¿Por qué quieres ayudarnos? - dice el hombre enfundado en un traje de marca, mientras evalúa la situación, las rutas de huida y la posibilidad de que estos tres tienen más aliados escondidos, que pronto desecha. No, no han venido a luchar.
- Porque no quiero que la ciudad pierda valiosos soldados justo ahora, dice Ezekiel.
- No queremos enemistarnos con la Inquisición - declara la vieja, con dificultad creciente para centrarse en este mundo. Ni siquiera mira a su interlocutor, sin más allá.
- Aquí se acaba el poder de la Inquisición sobre la Ciudad de los Mil Campanarios. Me erigiré como nuevo Arzobispo, y fundaré la primera ciudad de la Mano Negra. Así que no tendréis que preocuparos por la Inquisición.
Si Ezequiel no hubiera estado absorto en sus ambiciosos sueños de poder podría haber visto el leve movimiento de cara del Camarilla que no había hablado, vestido con una túnica. Podría haberse percatado de la mirada asesina, oído las palabras no pronunciadas: "advenedizo", "bufón", "triste peón", "¿Mano Negra? Ignorante larva"; pero el Obispo era joven en este juego de la Yihad. Erebus no olvido. Oh no, nunca olvida.
Aquí vienen.
- ¿Quién te entregó el Fragmento?
Y para los vampiros significa más actividad, más tiempo ahora que hay menos horas de luz. Pero para muchos tener más tiempo no es sino un mal chiste-
La noticia inflama los corazones Sabbat hasta cotas nunca vistas: Ravnos, el Antediluviano, cayó en la India no hace mucho, lo que es la causa más probable de la locura colectiva de los Ravnos durante esa semana. La lectura que hace la secta es clara: Pueden ser derrotados. El camino es el correcto. Así que la Espada de Caín afila sus armas.
La Estrella Roja preocupa cada vez más a los místicos de la secta. Antes sólo era visible para los que tenían Auspex; ahora incluso hay humanos que pueden verla. Con el nuevo milenio a punto de nacer, muchos la consideran el heraldo del fin del mundo. Y cada día que pasa tienen más seguidores.
Pero en Montreal hay otras preocupaciones. Tras dejar patente que prefiere anteponer su propia agenda a la de la secta, Benezri deja el Cargo de Arzobispo, que ocupa Ezekiel con un discurso belicista: el nuevo objetivo será Québec. El respeto y la confianza también abandonan a los Bibliotecarios, y Strathcona ordena que una manada extranjera tome su lugar y continúe la Letanía de Sangre. Su Ductus es Agaitas, el Heraldo de las Calaveras. Nuevos vampiros llegan a la ciudad, atraídos por la nueva Yihad, en busca de logros y fortuna para el Sabbat. Y Anthelios, la Estrella Roja, lo contempla todo desde los cielos, cada día más grande, cada día más cerca, como una paciente cuenta atrás hacia el Ragnarok.
La Inquisidora no es la única ausencia. Al despertar de vuestro sueño diurno tampoco estaba Pierre. La palabra "traición" comienza a punzaros, y es difícil de ignorar. Lo veis en los ojos de todos vosotros cada vez que os miráis, con nerviosismo creciente.
Entonces, la confirmación. Al principio llega sin hacerse notar, pero pronto le hacen un pasillo. Su aspecto es algo más que descuidado: vaqueros rotos, deportivas destrozadas, una sudadera de los Bulls que ha visto mejores épocas, pelo largo y sucio que deja a la vista un tercer ojo en su frente. Sin miramientos, deja caer de sus hombros el cuerpo de Pierre, que queda en una postura extraña. Vuestro compañero no ha tenido un buen día. Las extremidades dobladas en ángulos imposibles, con los huesos a la vista. Los dedos convertidos en muñones, la mandíbula desencajada, los dientes mal regenerados una y otra vez. Sus ojos y orejas están medio fundidos, medio cosidos, para no volver a abrirse más. Os giráis hacia el Salubri en busca de explicaciones; Benezri y otros también. Pero él ni se inmuta, enfrenta vuestras miradas sin vacilar, sin remordimiento ni gozo, es la mirada del soldado, del que cumple su deber, nada más.
Después, la locura. Carolina Valez alza la voz sobre el murmullo que se ha generado, y comienza a soltarlo todo. Uno a uno, dice vuestros nombres. Vuestros nombres auténticos seguidos de vuestros crímenes hacia el Sabbat. Os acusa de llevar a cabo un complot contra los Cainitas de Montreal, de haceros pasar por Inquisidores, de acusar injustamente a vampiros leales y prácticamente de asesinar a Christanius. Y esgrime una carta manuscrita, afirma, por el Cardenal Strathcona, certificando la desaparición de Mercy y de los que han sido nombrados, así como la nota que pretendíais hacer llegar a la Inquisidora, que os incrimina aún más. La nota. Oh, Cielos, la nota.
Uno intenta explicarse. Otro afirma que es una conspiración. Otro se deja dominar por la Bestia y da el primer golpe. Otro se comporta como un animal asustado. Sin embargo, el resultado no cambia. La Espada de Caín desciende, y no es menos implacable con un enemigo interior que con uno exterior. Ahora sólo habla la Bestia. La escena se transforma con rapidez en un festín asesino, mientras alguien escucha sonar el móvil que os dio Mercy, antes de recibir la Muerte Definitiva.
* * *
Los tres Camarilla caminan a paso vivo por la Ciudad Subterránea de Montreal, vigilando cada sombra, cada borracho, cada indigente, cada músico callejero. Por eso no se sorprenden cuando tres Vástagos aparecen en su camino. No se esconden. Así que ellos, más lentamente, van a su encuentro.- No nos han presentado. Somos 15:17, y yo su Ductus Ezekiel, dice el que va en cabeza. Los Camarilla no responden, sobran las presentaciones, sólo desperdiciarían un tiempo que no les sobra.
- Hemos venido a haceros una advertencia - continúa Ezekiel - No vayáis a la vista de Mercy. Las cosas se van a poner francamente calientes, y cuando acaben quizá Benezri no pueda seguir protegiéndoos. La Serpiente sonríe, casi se relame. Cree que es el primero en amenazarlos así.
- ¿Por qué quieres ayudarnos? - dice el hombre enfundado en un traje de marca, mientras evalúa la situación, las rutas de huida y la posibilidad de que estos tres tienen más aliados escondidos, que pronto desecha. No, no han venido a luchar.
- Porque no quiero que la ciudad pierda valiosos soldados justo ahora, dice Ezekiel.
- No queremos enemistarnos con la Inquisición - declara la vieja, con dificultad creciente para centrarse en este mundo. Ni siquiera mira a su interlocutor, sin más allá.
- Aquí se acaba el poder de la Inquisición sobre la Ciudad de los Mil Campanarios. Me erigiré como nuevo Arzobispo, y fundaré la primera ciudad de la Mano Negra. Así que no tendréis que preocuparos por la Inquisición.
Si Ezequiel no hubiera estado absorto en sus ambiciosos sueños de poder podría haber visto el leve movimiento de cara del Camarilla que no había hablado, vestido con una túnica. Podría haberse percatado de la mirada asesina, oído las palabras no pronunciadas: "advenedizo", "bufón", "triste peón", "¿Mano Negra? Ignorante larva"; pero el Obispo era joven en este juego de la Yihad. Erebus no olvido. Oh no, nunca olvida.
* * *
Agaitas se prepara para un largo viaje por la Tierra de los Muertos. Mientras, ordena sus pensamientos. Con la copia del Fragmento destruida, el secreto sigue siéndolo, pero además la partida había resultado interesante de una forma que no esperaba. Si movía las piezas adecuadas, podría posicionarse en el tablero ventajosamente sin sacrificar ni un sólo peón. Como regalo, había destrozado a un ladrón de tumbas, lo que le había proporcionado un enorme placer. Agaitas sonríe bajo su máscara y parte de Montreal. Hoy los Espectros están inquietos.* * *
Rania despierta en un lugar desconocido, pero está tranquila. Ni el refugio, el octavo en tres días, ni los hombres y la mujer que tiene delante le parecen amenazantes. Peligrosos, pero no una amenaza inmediata. Les contempla, y espera las preguntas, pues sabe que no la han salvado gratis. Se pregunta cuánto les puede decir, y si la matarán cuando lo haga. No es la primera vez que se ve en una situación así. Ha estado mucho tiempo ante Cainitas como para poder sentir el poder de estos tres. Son poderosos, pero la edad ha curtido y contenido ese poder.Aquí vienen.
- ¿Quién te entregó el Fragmento?
* * *
El verano pasa de largo en Montreal, la ciudad de los Milagros Oscuros, y llama al otoño apresuradamente, como si deseara convertirse en un espectador más de lo que está por venir.Y para los vampiros significa más actividad, más tiempo ahora que hay menos horas de luz. Pero para muchos tener más tiempo no es sino un mal chiste-
La noticia inflama los corazones Sabbat hasta cotas nunca vistas: Ravnos, el Antediluviano, cayó en la India no hace mucho, lo que es la causa más probable de la locura colectiva de los Ravnos durante esa semana. La lectura que hace la secta es clara: Pueden ser derrotados. El camino es el correcto. Así que la Espada de Caín afila sus armas.
La Estrella Roja preocupa cada vez más a los místicos de la secta. Antes sólo era visible para los que tenían Auspex; ahora incluso hay humanos que pueden verla. Con el nuevo milenio a punto de nacer, muchos la consideran el heraldo del fin del mundo. Y cada día que pasa tienen más seguidores.
Pero en Montreal hay otras preocupaciones. Tras dejar patente que prefiere anteponer su propia agenda a la de la secta, Benezri deja el Cargo de Arzobispo, que ocupa Ezekiel con un discurso belicista: el nuevo objetivo será Québec. El respeto y la confianza también abandonan a los Bibliotecarios, y Strathcona ordena que una manada extranjera tome su lugar y continúe la Letanía de Sangre. Su Ductus es Agaitas, el Heraldo de las Calaveras. Nuevos vampiros llegan a la ciudad, atraídos por la nueva Yihad, en busca de logros y fortuna para el Sabbat. Y Anthelios, la Estrella Roja, lo contempla todo desde los cielos, cada día más grande, cada día más cerca, como una paciente cuenta atrás hacia el Ragnarok.
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